El fenómeno de la España despoblada pasa por el análisis del censo de población en el territorio español. Según los datos recogidos del INE hasta el año 2017 (no se consiguió en redes información más actualizada), había en España casi un millón más de mujeres que hombres. En concreto, la diferencia ascendía a 921.617 personas, por lo que el porcentaje de mujeres sobre la población española era del 50,97%.
No obstante, en más del 80% del territorio nacional, el porcentaje de mujeres no se acerca a la media del país, traspasándose ésta solo en medianas y grandes ciudades a partir de 100.000 habitantes. La ausencia es mayor cuanto más pequeño es el municipio y se convierte en drama en los territorios que tienen baja densidad de población por falta de oportunidades, los que se han denominado la España Vaciada. Veámoslo en un gráfico:
La ausencia de mujeres se empieza a reducir aún más en municipios situados en un entorno rural.
A partir de municipios de más de 20.000 habitantes, la distribución entre hombres y mujeres se invierte:
Aunado a ello, en los municipios de menos de cien mil habitantes, una de cada cinco mujeres es mayor de 80 años.
Podemos deducir entonces cuales son los dos grandes problemas que enfrenta la España Vaciada en relación a la presencia femenina en sus territorios: el éxodo de mujeres por falta de oportunidades y el envejecimiento de las que permanecen en sus padrones.
El último informe elaborado por los expertos del Ministerio de Política Territorial destacaba que "buena parte de los problemas demográficos tiene su causa en términos de expectativa de calidad de vida", lo cual, indudablemente, involucra las oportunidades que pueda brindar, en el caso concreto, el medio rural que es el que constituye la mayor parte de la España Vaciada.
En ese contexto, el 40% de las mujeres que salieron de los municipios menores de 1.000 habitantes tenía entre 16 y 44 años, grupo de edad que coincide con la franja fértil de la población femenina a corto y medio plazo, lo que reduce a la mínima expresión la posibilidad de un relevo generacional. Y en relación al envejecimiento, en el conjunto de municipios de menos de 100 habitantes casi la mitad de mujeres supera los 65 años. Y en las localidades de menos de 1.000 habitantes, más de un tercio de las habitantes supera esta cota.
Así se demuestra en la gráfica siguiente:
Además de las dificultades ya acotadas, La Organización de Naciones Unidas (ONU) y un estudio del Grupo de Expertos de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) concluyeron en sus informes que “la desigualdad de la mujer se agudiza por el cambio climático, cuyas consecuencias tienen mayor impacto sobre ellas... Cada retroceso en el PIB impacta aún más en las mujeres y agudiza la desigualdad y la brecha de género, en este año complejo y pandémico”. En igual sentido, la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) ha expresado que “Las medidas de confinamiento buscan proteger la salud pública y evitar el colapso de los servicios de salud, sin embargo, su aplicación no es neutra desde el punto de vista de género. Los hogares se han convertido en el espacio donde todo ocurre: el cuidado, la educación de los niños, niñas y adolescentes, la socialización, y el trabajo productivo; lo que ha exacerbado la crisis de los cuidados. Se ha incrementado la carga de trabajo relacionada con el cuidado y la atención de personas, cuya respuesta debería ser colectiva. Sin embargo, la realidad es que esta no se distribuye equitativamente, sino que recae principalmente en las mujeres y no está valorada ni social ni económicamente. Fuera de los hogares, las mujeres también constituyen el mayor contingente que está asumiendo los cuidados, en el sector de la sanidad, en el trabajo doméstico remunerado y en centros especializados de cuidado de menores, adultos/as mayores y personas con discapacidad, situación que conlleva impactos diferenciados sobre la salud de las mujeres y las expone a un mayor riesgo de contagio. Globalmente, las mujeres son más pobres que los hombres y ya están sintiendo los efectos en el ámbito económico y en el mercado de trabajo, también segmentado por género. Las mujeres representan una gran proporción de la economía informal en todos los países y los datos indican que los sectores de la economía más perjudicados por las medidas de aislamiento social afectan de modo importante a las mujeres”.
A menos que las políticas permitan la adopción de medidas de ayuda económica y estén centradas específicamente en las mujeres, apoyen las empresas dirigidas por mujeres y garanticen sus ingresos, dado que según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) las mujeres tienen un 19% más de probabilidades de perder su empleo que los hombres, su situación empeorará, más aún en las zonas rurales donde ya la desigualdad en esos aspectos es marcada.
“Recuperar y consolidar espacios donde viven y donde se quieren quedar las mujeres rurales, el reto de fijar población femenina joven en un medio rural donde tengan las mismas oportunidades, con capacidad de emprendimiento, de formación y capacitación será uno de los pilares de la estrategia española de Reto Demográfico y, también, del Plan Reconstrucción y Resiliencia”, ha afirmado la Ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico.
“Se requiere una perspectiva territorial y se dará el pistoletazo de salida de la reconstrucción con este enfoque de cohesión territorial que se asienta precisamente en lo local, en el territorio, pero también en las aportaciones de las mujeres rurales”, ha concluido.
La Mujer Rural es la vida de la España Vaciada, sin ella no habrá desarrollo sostenible.
Falta mucho por hacer y más para llegar a una igualdad de oportunidades y ser consideradas y respetadas las mujeres por los hombres en el medio rural, salvar la brecha salarial, salvar la brecha de género y romper el techo de cristal que para las mujeres rurales es mucho más complicado que para las mujeres de la ciudad. Para ello se ha considerado la importancia de la presencia de mujeres a la hora de tomar decisiones no solo a escala europea, sino también a pequeña escala. De igual manera, su progresiva incorporación al mercado de trabajo, ha permitido la constitución de organizaciones para la estructuración de oportunidades de emprendimiento, incorporación y seguimiento de las mujeres en diversas actividades económicas, como es el caso de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), que ha creado varias iniciativas destinadas al autoempleo y a romper la brecha generacional entre hombres y mujeres, adultos o jóvenes. Así mismo la Asociación Civil Forjando Caminos, que busca la incorporación o retorno de la mujer al medio rural mediante el arraigo del grupo familiar a través de la búsqueda y estudio de oportunidades de trabajo y emprendimiento, en un ambiente que permita su adaptación y desarrollo integral.
En conclusión, se requiere de políticas socioeconómicas concretas dirigidas a las mujeres que se conviertan en atractivos proyectos de vida para ellas y su entorno familiar. Desarrollar el empoderamiento y reforzar sus capacidades, son parte del reto demográfico y debe ser considerado en el plan de recuperación.
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